Los audiovisuales son hoy en día un recurso habitual en las aulas, destacando entre ellos las películas.
Dicho esto, he de añadir que el uso que se hace de ellas es generalmente como ilustradoras. Las elegimos porque recrean casi a la perfección una época, un acontecimiento histórico, porque tratan temas sociales que están en el candelero, o de Derechos Humanos, porque especulan con el futuro ecológico de la Tierra… Quiero decir que la selección la hacemos fundamentalmente basada en criterios de calidad del guión, el vestuario, decorados, música…
Pero no solemos ser conscientes del dispositivo: cómo se nos cuenta la historia, qué recursos invisibles hacen que quedemos atrapados por un período de tiempo y nos sumerjamos en un mundo imaginario, reconstruido.
Además, proyectamos los filmes fragmentados en sesiones que se adaptan a la duración de las clases (generalmente 55 minutos), en un aparato televisor cuyo sonido es en el mejor de los casos correcto.
Y en el otro lado, como siempre, están nuestros alumnos-as. Acostumbrados a un visionado totalmente alejado al de la sala oscura, que obliga a estar en silencio y con cierta concentración-focalización. El 90% de las películas que ven los adolescentes hoy en día son las emitidas en televisión –con intermedios publicitarios- o en el ordenador. Con suerte la han alquilado en un videoclub y la ven de un tirón. Como están en casa o en su habitación, el nivel de atención que prestan es muy bajo (teléfono, chat, móvil, frigorífico…) y si son ruidosos, a nadie molestan.
Esto hace que cada vez haya menos nuevos espectadores en las salas de cine, que es el lugar para el que se hacen las películas. Y este descenso en las salas está provocando a su vez cambios importantes en la industria cinematográfica.
Pero lo que es más importante, y debiera preocuparnos como docentes, es la formación de estos espectadores que al no focalizar su atención sobre lo que están viendo pierden la oportunidad de desarrollar un juicio crítico del gusto (criterio) y por tanto capacidad y poder de elección.
En la formación de ciudadanos de una sociedad basada en la imagen, donde los medios de masas forman (y deforman) opiniones, modas, políticas… es necesario ser conscientes de los mecanismos utilizados en la codificación de los mensajes. Educando en esta línea, estamos educando consumidores responsables y conscientes, que saben lo que quieren y lo que les gusta; y lo que es más importante, por qué.
Y TÚ, ¿QUÉ OPINAS?
lunes, 16 de noviembre de 2009
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